En la entrada de la finca de Hilario García hay una cascada de agua con forma de pirámide rodeada por un estanque. No es decoración. De ella emana el agua con la que este manchego de 52 años riega las viñas. Cada botella cuesta 17.000 euros. El secreto está, también, en la tierra de Las Pedroñeras (Cuenca) donde los García tienen sus viñedos. Y en algo más: la ozonoterapia. «Tiene las medidas correctas de la proporcionalidad y está orientada hacia el norte», dice. También hay ciencia en la vida y obra de Hilario.
Crónica pasea entre las vides para conocer la historia de Hilario García y el AurumRed Serie Oro. Este asesor fiscal maduró entre viñas y contó con más de 500 empresas bajo su asesoría. En 2004 se quedó inválido a causa de una esclerosis del canal de la médula y un cáncer del que le cuesta hablar: «No podía ni estar sentado». A Hilario le operaron para mejorar la movilidad de sus extremidades inferiores pero «fue como parche». Sin embargo, su inquietud le llevó a descubrir las novedosas técnicas con ozono que el doctor Ángel Portela realizaba en la Clínica Ruber de Madrid.
La ozonoterapia, estudio importado de Italia, consiste en inyectar una mezcla de oxígeno y ozono directamente en la médula. El tratamiento parece que funcionó, sin ser un milagro, e Hilario volvió a caminar. Tal fue su curiosidad por los métodos que le devolvieron la «vida» que comenzó a estudiarlos y aprenderlos de la mano del doctor Portela. «Después monté un laboratorio e investigué sobre el ozono», dice desde el despacho de una de sus policlínicas. Durante su particular búsqueda del «equilibrio de la vida» aplicó sus técnicas en animales. Hasta que en 2009 decidió dar un salto más atrevido: utilizar el ozono en viñedos de 124 años, herencia de la familia de su mujer, para tratar de conseguir vinos sanos y equilibrados. ¡Eureka!
Fue así como Hilario García creó su oro granate, sólo apto para los bolsillos más ricos. Un bien preciado y escaso. Para embotellar su Serie Oro cuenta apenas con un barril de caldo al año, 300 botellas. Vende, al parecer, únicamente 150 a compradores con «nombres y apellidos». Entre sus clientes hay jeques árabes y multimillonarios asiáticos que pagan con sumo gusto.
Aunque no todas las viñas de Hilario dan uvas para su serie oro. Su santuario centenario son 250 cepas que mima con técnicas, dice, naturales. «Los químicos están prohibidos», reitera quien presume de haber leído el Tratado de la Agricultura del S.XVI, un libro que restauró y del que dice haber «aprendido numerosos métodos».
Hilario inicia la visita sobre el terreno con un recorrido por sus viñedos más jóvenes. Le reciben, juguetones, dos mastines blancos. «Vengo todas las mañanas. Lo hago todo yo mismo, las viñas no puede tocarlas nadie», dice con la camisa arremangada. Su apariencia es más de un hombre de campo que de un alto empresario: «Me han invitado a los sitios más exclusivos del mundo, pero dónde más me gusta estar es en mis viñas», dice.
La ciencia de la piramidología la aprendió con el cubano Ulises Sosas Salina, en Camagüey (Cuba). Hilario sostiene que «la energía piramidal» contribuye a que su vino AurumRed sea «único». «Girando a la derecha, se percibe un aroma a breva. Girando hacia la izquierda, el aroma es más sutil». La clave está, según explica, más relacionada con lo que activa el movimiento en el caldo que en el giro mismo.
Otro de los secretos del financiero convertido a bodeguero es el agua con ozono con la que riega las plantas y que hace que a las vides no le entre ningún tipo de enfermedad, ya que impide que se reproduzcan parásitos. Sus cualidades en el vino son, por ejemplo, que una vez descorchado no se avinagra pasados los años. «Hasta cuatro años hemos comprobado que puede estar abierto», asegura.
Con la ayuda de unas tijeras para podar, García recorre las 1,5 hectáreas de viñedos limpiando la planta y dejando «tan sólo la esencia de la vid». De cada parra cuelgan únicamente dos o tres racimos con un kilo de uvas seleccionadas por Hilario desde el mes de abril. «Todo tiene que estar equilibrado, que el racimo sea exactamente igual».
De sus viñedos más jóvenes salen 6.000 botellas de Cabernet Sauvignon y Melort de la Serie Plata (450 euros la unidad) y 3.000 botellas del Sauvignon Blanc (15 euros) que se venden en tiendas exclusivas de Europa, EEUU y especialmente en China. Los asiáticos están fascinados tanto con su brebaje como con la botella diseñada por Hilario basándose en las medidas ideales que utilizaba Miguel Ángel en sus esculturas. «Las fabrican en Italia y es imposible falsificar», dice el propietario de la patente.
Entre viñedos e investigación, Hilario García tiene tiempo para proyectos solidarios. Prepara la subasta de una botella de su mejor serie -nada menos que 16 litros de AurumRed Serie Oro valorada en 340.000 euros– que saldrá a subasta por 200.000 euros. Lo recaudado irá para la ONG Anidan en Lamu (Kenia) de Rafael Selas. El diseño, también de lujo, está en manos del pintor español Antonio López.
El bodeguero del misterioso caldo no es experto en catas, pero dice fiarse de la opinión de las mujeres -«no suelen mentir»- y de su propio paladar.
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